IGNACIO MIRANDA / ABC

La localidad vallisoletana de Tiedra, pionera en el cultivo de la lavanda, acoge un centro de interpretación sobre la aromática abierto a visitantes

Allá por 2006, cuando se empezaba a hablar de diversificación de cultivos en secano como alternativa al cereal tradicional de nuestras tierras, Antonio Fonseca realizó las primeras pruebas de plantación de lavanda en la localidad vallisoletana de Tiedra. Los resultados fueron positivos. Con mucha ilusión, trabajo constante y espíritu emprendedor, aquella iniciativa pionera que tiñe los campos de violeta cada verano ha cuajado en algo más. Es un negocio que crece y que ahora se completa con el centro de interpretación «Tiedra de Lavanda», para aprovechar el recurso turístico de esta aromática a lo largo de todo el año y recibir visitantes. Como ejemplo, la Provenza francesa, región que tiene en esta planta uno de sus símbolos y cuyos espectaculares campos son contemplados por decenas de miles de personas.

La localidad vallisoletana de Tiedra fue pionera en el cultivo de la lavanda en Castilla y León, hace ya 14 años

«El recurso turístico de la lavanda genera en la Provenza 2,5 veces más que la parte de producción agronómica. Pretendemos que no solo funcione en la campaña de floración, sino a lo largo de todo el año, para desestacionalizar este recurso, que puede formar una oferta interesante con otros atractivos de esta zona», asegura Antonio Fonseca, quien abrió las puertas del centro de interpretación en 2019. Existe un amplio abanico de opciones, desde la visita libre o guiada hasta las rutas en todoterreno por el campo, sin olvidar las demostraciones, la realización de eventos y la atención a grupos escolares. El centro se encuentra, además, junto a la destilería, para explicar in situ el proceso de obtención de los aromas, muy cerca de los campos de ensayo, y acoge también una tienda donde adquirir aceite esencial puro, bolsas y saquitos de flores y humidificadores, entre otros artículos.

Las variedades empleadas en este tipo de explotaciones agrarias son híbridos obtenidos durante el siglo XX para atender la demanda creciente del mercado y las nuevas formas de producción, si bien la planta no ha perdido la sencillez y frescura de su fragancia. La empresa Aromáticas del Duero, según indica Fonseca, suma ya unas 400 hectáreas de lavanda y lavandín en diferentes parcelas de Tiedra y municipios cercanos, como San Cebrián de Mazote y Bercero, en los Montes Torozos, pues son los suelos pedregosos de color albar los que prefiere la planta. «Necesita terrenos sueltos, calizos mejor que ácidos, por lo que páramos como este, como El Cerrato palentino o la comarca de Covarrubias, en Burgos, poseen mucho potencial al respecto», señala el empresario.

Inversión inicial

Resultan decisivos los cuidados del primer año de vida de la planta, centrados en evitar la presencia de malas hierbas que han de eliminarse de manera mecanizada o mediante herbicida. Luego, la lavanda puede estar en producción entre 12 y 17 años, según las atenciones y las condiciones climáticas. La inversión inicial para disponer de una hectárea es de unos 3.000 euros, sin ayudas económicas, «con la ventaja de que el periodo de amortización es largo. Los rendimientos pueden estar en los 70 kilogramos de aceite esencial por hectárea, de unos 5.000 kilos de material vegetal segado. Otro aspecto esencial es la proximidad de la destilería, para que comenzar pronto el proceso de arrastre por vapor y evitar gastos extra de transporte», indica Fonseca. En la actualidad, la firma vallisoletana tiene clientes tanto dentro como fuera de España, incluida Francia. Su producción se destina a industria cosmética, perfumería, aromaterapia y usos de limpieza y desinfección. Un hito que permite seguir avanzando, ahora en la puesta en valor del cultivo de la lavanda en términos turísticos (www.tiedradelavanda.es). Cuestión de tiempo.